1 ago 2008
Malament
7:15 p.m. | Berrinche de
Mínima |
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Las chicas de mi barrio llevan
El sol en la cintura
Nos hizo quemaduras
Aquella libertad
Los chicos de la esquina me preguntan
Si yo camino sola
Si necesito ayuda
O si soy nueva en la ciudad
Y yo sigo a mi bola
El sol en la cintura
Nos hizo quemaduras
Aquella libertad
Los chicos de la esquina me preguntan
Si yo camino sola
Si necesito ayuda
O si soy nueva en la ciudad
Y yo sigo a mi bola
Cada uno tiene su característica vergonzosa. En mi caso es una tontería, algo que no es difícil de remediar, pero que ya es parte de mí. No se andar en bicicleta. Así de simple. Nunca aprendí.
Recuerdo bien a mi padre, tratando de convencerme, en una plaza repleta de niños en dos ruedas. “Todos saben andar, sos la única boluda que no está andando en bicicleta”, me decía, con su siempre dulce pedagogía.
Sin embargo, los dos sabíamos que esa era la peor manera de persuadirme. Nunca quise hacer lo que hacían los otros. Es curioso, toda mi niñez me esforcé en diferenciarme, me creía tan especial, qué pelotuda. Cuando en mi adolescencia me aburrí de no encajar, me dediqué a ajustarme, a mezclarme, a pertenecer. Cuando estaba en la secundaria trataba de esconderlo, pero tarde o temprano alguien se enteraba de mi incapacidad y ahí empezaban las burlas. Lamentablemente, en mis treinta he vuelto a los orígenes. Soy especial y pelotuda.
Vivo a una cuadra del mar, en una casa de ambientes amplios, de maderas oscuras, de puertas amarillas. De fríos intensos, de humedad sin tregua, de caca de gato en la entrada.
Vivir tan cerca de la playa es encantador, los atardeceres son majestuosos y desde mi balcón no veo otros edificios, sólo me rodean horizontes de sal. Claro, eso es en verano. Porque en invierno, cuando tomo el bus sobre el Passeig Maritim a las 7 de mañana para ir a trabajar, me congelo hasta los dedos chiquitos de los pies. En esos momentos odio la playa, el mar, la arena y el puto momento en que se me ocurrió vivir a miles de kilómetros de mi patria.
Cuando vuelvo del curro es otra cosa, el sol de las 5 de la tarde me calienta la espalda mientras cae sobre la montaña que se levanta detrás de Port Ginesta. La vida es hermosa de nuevo y me siento orgullosa de haber tenido el valor de dejarlo todo para vivir rodeada de Catalanes y acurrucada por mi familia de dos integrantes.
Esta mañana me despierto tarde, como siempre. Son las 6:49 y el bus pasa por mi parada a las 7:05. Tengo 16 minutos para estar ahí. Hago pis. Me lavo la cara y los dientes. 6:53. Me visto. 6:57. Un poco de perfume. Me miro en el espejo. Llego a pintarme un poco? No, no llego. Qué ojeras mamita! 6:59. Agarro un actimel de la heladera, lo tiro adentro de la cartera. Dónde están las llaves? 7:02. Salgo, cierro la puerta del departamento, después la de la comunidad. 7:04. Desde la esquina veo al L94 a una cuadra de la parada. Corro desesperada, cruzo la calle sin mirar, total a esta hora no pasa nadie. Y Pum! Un golpe terrible viene desde la izquierda. Siento que me precipito hacia la derecha pero antes de caer unos brazos me atrapan tan bruscamente que creo que hubiera sido mejor la caída. Quien me tiene abrazada me reta en catalán. “Malament, petita, malament”, me dice creyendo que entiendo algo. Fantaseo que me dice algo como: “Ah no, querida! Así vamos mal, te veo poca vida!”
Aturdida como estoy, miro a mi izquierda y entonces lo veo. Un viejo en bicicleta. Como puedo me separo de mi salvador. “Perdón, pierdo el bus”, le digo. Por su cara sospecho que él tampoco me entiende.
Ya calentita en el primer asiento después de la puerta de salida del bus, me saco el tapado, me miro el brazo que me arde terriblemente y descubro las marcas de las manos de mi salvador. También me duele el tobillo y debajo de las costillas. Una señora me mira preocupada. “Estoy bien, no pasó nada”, le digo. Pero miento, estoy a punto de llorar. Me doy cuenta que todos los pasajeros vieron ese accidente ridículo y me muero de vergüenza.
Eso no es nada, me imagino la burla de mi papá: "Es el colmo de la boluda, que la atropelle una bicicleta!"
Recuerdo bien a mi padre, tratando de convencerme, en una plaza repleta de niños en dos ruedas. “Todos saben andar, sos la única boluda que no está andando en bicicleta”, me decía, con su siempre dulce pedagogía.
Sin embargo, los dos sabíamos que esa era la peor manera de persuadirme. Nunca quise hacer lo que hacían los otros. Es curioso, toda mi niñez me esforcé en diferenciarme, me creía tan especial, qué pelotuda. Cuando en mi adolescencia me aburrí de no encajar, me dediqué a ajustarme, a mezclarme, a pertenecer. Cuando estaba en la secundaria trataba de esconderlo, pero tarde o temprano alguien se enteraba de mi incapacidad y ahí empezaban las burlas. Lamentablemente, en mis treinta he vuelto a los orígenes. Soy especial y pelotuda.
Vivo a una cuadra del mar, en una casa de ambientes amplios, de maderas oscuras, de puertas amarillas. De fríos intensos, de humedad sin tregua, de caca de gato en la entrada.
Vivir tan cerca de la playa es encantador, los atardeceres son majestuosos y desde mi balcón no veo otros edificios, sólo me rodean horizontes de sal. Claro, eso es en verano. Porque en invierno, cuando tomo el bus sobre el Passeig Maritim a las 7 de mañana para ir a trabajar, me congelo hasta los dedos chiquitos de los pies. En esos momentos odio la playa, el mar, la arena y el puto momento en que se me ocurrió vivir a miles de kilómetros de mi patria.
Cuando vuelvo del curro es otra cosa, el sol de las 5 de la tarde me calienta la espalda mientras cae sobre la montaña que se levanta detrás de Port Ginesta. La vida es hermosa de nuevo y me siento orgullosa de haber tenido el valor de dejarlo todo para vivir rodeada de Catalanes y acurrucada por mi familia de dos integrantes.
Esta mañana me despierto tarde, como siempre. Son las 6:49 y el bus pasa por mi parada a las 7:05. Tengo 16 minutos para estar ahí. Hago pis. Me lavo la cara y los dientes. 6:53. Me visto. 6:57. Un poco de perfume. Me miro en el espejo. Llego a pintarme un poco? No, no llego. Qué ojeras mamita! 6:59. Agarro un actimel de la heladera, lo tiro adentro de la cartera. Dónde están las llaves? 7:02. Salgo, cierro la puerta del departamento, después la de la comunidad. 7:04. Desde la esquina veo al L94 a una cuadra de la parada. Corro desesperada, cruzo la calle sin mirar, total a esta hora no pasa nadie. Y Pum! Un golpe terrible viene desde la izquierda. Siento que me precipito hacia la derecha pero antes de caer unos brazos me atrapan tan bruscamente que creo que hubiera sido mejor la caída. Quien me tiene abrazada me reta en catalán. “Malament, petita, malament”, me dice creyendo que entiendo algo. Fantaseo que me dice algo como: “Ah no, querida! Así vamos mal, te veo poca vida!”
Aturdida como estoy, miro a mi izquierda y entonces lo veo. Un viejo en bicicleta. Como puedo me separo de mi salvador. “Perdón, pierdo el bus”, le digo. Por su cara sospecho que él tampoco me entiende.
Ya calentita en el primer asiento después de la puerta de salida del bus, me saco el tapado, me miro el brazo que me arde terriblemente y descubro las marcas de las manos de mi salvador. También me duele el tobillo y debajo de las costillas. Una señora me mira preocupada. “Estoy bien, no pasó nada”, le digo. Pero miento, estoy a punto de llorar. Me doy cuenta que todos los pasajeros vieron ese accidente ridículo y me muero de vergüenza.
Eso no es nada, me imagino la burla de mi papá: "Es el colmo de la boluda, que la atropelle una bicicleta!"
Enero 2006.
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Soy inocente
A veces yo soy yo.
Y lo que digo es mi disfraz.
Todo lo que escribo en este blog puede no ser correcto, exacto, real o actual. Ante cualquier duda: niego todo, pido careo.
Y lo que digo es mi disfraz.
Todo lo que escribo en este blog puede no ser correcto, exacto, real o actual. Ante cualquier duda: niego todo, pido careo.
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Hablas de mi?
Heme aquí llegada a los 30 años y nada se aún de la existencia. Lo infantil tiende a morir ahora pero no por ello entro en la adultez definitiva. La idea ya no me parece tan imposible. Tampoco renunciar a ser un ser excepcional (aspiración que me hastía). Pero aceptar ser una mujer de 30 años… Me miro en el espejo y parezco una adolescente.
Muchas penas me serían ahorradas si aceptara la verdad.
A. Pizarnik
Muchas penas me serían ahorradas si aceptara la verdad.
A. Pizarnik
Lo dice Yoda...
Size matters not. Look at me. Judge me by my size, do you? Hmmmm?. And well you should not. For my ally in the Force. And a powerful ally it is. Life creates it, makes it grow. It’s energy surrounds us and binds us.
Elegidos
About Me
- Mínima
- mínimo, ma. (Del sup. de pequeño; lat. minimus). 1. adj. Tan pequeño en su especie, que no lo hay menor ni igual.
19 retorcidos me contradicen:
Ay no, me siento la peor riendome, pero no es el golpe, ni la caida, ni las viscisitudes hasta tomar el bus lo que me arrancaron la sonrisa, sino imaginarme a tu viejo y su "dulce pedagogia" vociferando el colmo! Espero que estes mejor.
Dragona: Qué bueno que vos aprendiste! De todas maneras podría nombrar dos o tres personas que tampoco andan en bicicleta. No soy la única!
Besos preciosa.
Bea: Te podés reir todo lo que gustes. Tranquila, todos se cagaron de la risa cuando pasó esto (que fue en el 2006, asi que por suerte ya estoy recuperada!).
Ahora, ya vuelta a la patria, creo que me daría menos verguenza.
Besos nena.
no se porque... pero dentras y entre lineas dice algo muy diferente... como un aire detristeza con felicidad, como esas ganas de llorar pero de solo recordar...
tu papa, tu ex familia de 3 integrantes, tu puta vista genial, tu pasado (sueltame pasadooo jaja), y ahora mas de dos años despues... todo sigue igual, y a la vez todo ha cambiado!
La sandía...amo el olor de la sandia al ser abierta...
=) Eres un sol
Hola Mini :)
bueno si vos sos pelotuda por no andar en bici, yo soy pelotuda por no saber nadar...
No te sientas más sola :D
Gracias por siempre volver, ahora no entiendo algo....
Vos no estabas en Argentina???
Kti: Usted si que entiende! Olor a sandía recién cortada, a carne viva, a "Uf, al final tanto no me equivoqué". En fin... a satisfacción.
La quiero, ya sabe!
Gabyta: Ok, somos dos pelotudas!
:P
Si negra, estoy en Argentina, estas letras son de cuando estaba en Barcelona. Enero de 2006. No se, se me dió por postearlo.
Besos linda.
PD: No se cómo pero el bloglines no me avisaba de tus nuevos post. Ya solucioné el problema y estoy pasando por tu blog.
Ahora entendi, estoy en el laburo ahora, descubri que tengo mal tu link en mi blog.
Desp en casa lo arreglo.
Che tenemos que vernos, es que ahora laburo finde tambien y es rotativo, te pego un chiflido y nos vemos al menos para un cafecin :)
Besito
Gab: Dale, llamame y nos vemos cuando quieras!
Besos muchos.
je...
yo no puedo pelar fruta sin contarme un dedo ponele.
Conz: Ufff! Yo tampoco, por eso la como con cáscara.
Bueno, no es imposible aprender. Peores retos has superado.
Qué historia Mini (sino ya ni sé como decirle), menos mal que fue en Ibérica y no aquí, seguro que acá la pisaba una moto de delivery y luego el bondi les pasaba por encima a ambos (claro que en Ibérica todo es mejor!). Volviendo a la realidad, cada uno por más capaz que sea, no es capaz de algo que a los demás les es simple y cotidiano.
En fin, todo eso para tratar de enmendar la confesión de la carcajada de madrugada ante la lectura del último renglón de su post.
Tu blog es deliciosamente femenino y un poco histeriquin. Me gusta mucho, además yo no se patinar. Peor lo peor de mí, es que he comprado super patines durante años, y bueno, no hace falta aclarar. Nada.
Mostrito: Como siempre, usted tiene razón. Pero qué pasa si me sigo revelando contra la sociedad y le digo no a la bicicleta, eh? Usted ya no me tendría cariño?
Bajito: Ah si, claro, muy gracioso! Pero no sabe cuánto me dolía el cuerpo y cuantos días tardé en confesarle el accidente x tel a mi Padre.
Es que ahora ya es una cuestión de principios, no importa si puedo: yo no ando en bicicleta, carajo!
Es verdad que no es lo mismo quedar estampada en los adoquines de Buenos Aires que en el glamoroso cemento de Barcelona. Es otro nivel, che!
;P
Besos.
Rosario: Muchas gracias por los mimos al blog. Es exactamente lo que intento!
Yo tampoco se patinar! Mejor sería que diga que no se practicar ningún deporte o actividad física. Eso.
Yo leo tu blog hace tiempo, sólo que en último post no pude resistirme a comentar!
Besos.
Y?? Mini?
Me voy a dormir che.
Gab: No se duerma, ahí le dejo post nuevo.
No, no escribí mucho, pero dibujé che!